La contemplación, un arte

Ocho de la tarde

Por fin el Sol se está ocultando permitiendo así a la brisa tener algo de protagonismo. Aquí donde nos encontramos no tiene barrera ninguna. No hay música, pero podría haberla… yo al menos me la imagino. Llevo tanto tiempo contemplándola que he perdido la noción del tiempo.

Diez de la mañana

Estoy apoyado en el pasillo. Esperando. Oigo unos pasos, antes descalzos, ahora generan un sonido sordo, y aquí en el pasillo, su eco. Vienen hacia mí. Debería tener una sonrisa lista porque está a punto de salir y después de los veinte minutos que lleva arreglándose, supongo que es lo mínimo que espera de mí.

Cuatro de la tarde

Sus pies han ido dejando un rastro en la arena de esta playa que podría ser casi nuestra hoy. Tiene un pie largo, demasiado aunque ella diga que va en la línea de su altura. Ahora mismo se los está mirando mientras se mojan en la orilla del mar. La estoy dando tiempo andando despacio. Parece que quiere pensar aunque de momento solo me está esperando.

Diez y media de la mañana

Aunque paseábamos a la misma altura de repente echó a andar más rápido. Al principio la seguí sin darme cuenta pero a medida que aceleraba el paso, me extrañé y volví a nuestro ritmo habitual, solo yo. A los pocos minutos apenas distinguía el vestido azul de lunares que se había puesto. Los rayos de Sol no me permitían ver.

Once de la noche

Acabamos de hacer el amor y aunque parece que duerme, no lo hace. Le encanta hacerse la dormida y después de todo este tiempo ignoro porqué. También le gusta que le toque el pecho y que respire a la vez que ella, sin hacer ruido. Y solo yo sé cuándo baja el escalón del sueño. Bueno, yo y algún otro antes que yo, o a la vez que yo,  que se haya detenido a observarlo.

Cinco menos cuarto de la tarde

Llevamos más de treinta minutos abrazados sin hablar… mojándonos los pies en la orilla. Y estoy feliz y triste a la vez. También me siento joven y viejo. Y tengo frío, y un poco de calor… Creo que no son simples dicotomías. Es solo que me siento a mí, y la siento a ella. Y estamos muy lejos. Y seguimos abrazados.

Nueve y cuarto de la noche

Apenas queda luz y seguimos aquí en el paseo. Yo en un banco y ella en otro, pero en el más próximo. La brisa ha cesado y puedo comprobar que se le han irritado los ojos. De hecho, ha llorado un poco. Yo no he dejado de mirarla y ella en cambio, acaba de hacerlo por primera vez en el día de hoy. Y tengo la sensación de que ya nunca dejará de hacerlo por cómo avanza hacia mí. Me turba. Me besa con los ojos un poco entre abiertos. Ahí viene de nuevo. Un vacío. Sin palabras. De sal.

60de5a9b9b5390d5aa3c564b71a17f87

http://anabundanceof.tumblr.com/ . Hunter magazine S/S 2014 ph: Olaria Orsini

La mirada de Michelangelo… Antonioni

Título original:  «Lo sguardo di Michelangelo»

Director: Michelangelo Antonioni

El siguiente cortometraje de M. Antonioni, como director y protagonista, sintetiza en pocos minutos la máxima expresión del director italiano donde a través de un lenguaje poético y sensorial cada segundo cuenta. En nuestra mano está la pura contemplación de las tres miradas que plantea la pieza: un Antonioni presente que dirige su mirada al Moisés de Miguel Ángel y al resto del conjunto escultórico, la del mismo Antonioni como cineasta omnisciente y por último, la de las propias estatuas que estudian sin prisa la figura de nuestro protagonista.

La presente es una historia sencilla, sin diálogos, donde un hombre entra en una iglesia vacía, la contempla y se va. Una historia compleja si jugamos con los mensajes básicos que se ofrecen de partida pues Antonioni quedó paralizado y sin habla durante 13 años a consecuencia de un derrame cerebral. Gracias a la magia del cine sería capaz de protagonizar el preludio del fin de su carrera.

Como veréis, un formalismo lleno de significado que se percibe a través de unos fundidos a negro fugaces como si pestañease el mismísimo Moisés, picados y contrapicados, que nos incitan a ser  más ellos que nosotros mismos. El silencio juega el papel más importante otorgando a la escena la intimidad anunciada, serenidad… Se produce una suspensión temporal en la que vemos a un Antonioni tranquilo que se despide humildemente del magnífico Moisés, de lo bello, de lo sublime. Un detalle con cierta importancia reivindicativa, pues ahí queda latente la lucha del cine como expresión artística, plástica, que defiende ser en sí misma un arte y no un simple conglomerado del resto de ámbitos.

Y como todo gran artista, Antonioni nos regaló en los siguientes minutos nada menos que su autorretrato.

 

 …Darle las gracias desde aquí a Carlos Reviriego por el discurso y utilidad de sus palabras.

 

 

MA

I. Cuando me miro y no me veo

He viajado desde el futuro para sostenerme la mirada, entre otras cosas. Un duelo cuyo fin es reconocerme en unos ojos que de tan apagados apenas me reflejo en ellos. Una mirada arrítmica y asustada, pequeña en un mar muy azul, muy oscuro, que sería simplemente maravilloso si este yo mío supiese nadar. Le transmito mis intenciones a través de frases construidas con palabras que no entiende, que se deshacen en letras sin un pentagrama al que aferrarse.

No digo nada. Me quedo en silencio porque aunque percibo que estoy acompañada no puedo ver absolutamente nada. Estoy completamente ciega. Y tampoco oigo nada. Estoy encerada en un cuerpo que siente la vida de una manera que no puedo siquiera controlar.

He conseguido traerla a la orilla del mar… y no me mira, pero me ve. Caminamos lentamente, casi de la mano. Y sigo hablando porque aunque no me oye, sé que me siente como siente el mar. Un tacto dulce que viene y se va… viene y se va… Y ahora aquí estamos, sentadas sintiendo, porque se trata sólo de esto, de digerir este placer intenso que contiene la inmensidad de la soledad.

 

cd4e414bc784a72b34f3612156458e0c

http://www.pinterest.com/madameshoushou/ A través de madame shou shou.

ROMPENIEVES. LA APUESTA MÁS DELICADA DE BONG JOON – HO.

Desde que se paseara por nuestras pantallas The Host, allá en 2007, el aclamado director surcoreano Bong Joon – Ho vuelve a la gran pantalla con un film apocalíptico basado en el comic francés Le Transperceniege. La atracción que siente Joon – Ho por las situaciones extremistas explica su flechazo por un cómic donde un tren imparable transporta a los selectos supervivientes durante la nueva Edad de Hielo. De esta manera representa a su antojo, en un pequeño espacio, las diferencias entre clases.

Sin embargo, pese a estar justificado su gusto por lo extremo, el problema de las dinámicas sociales que nacen tras una destrucción total es el clásico telón de fondo de cualquier apocalipsis. Por tanto, toda escena que deriva de esta línea argumental te hace reflexionar o sentir algo que ya venimos pensando a través de otros títulos. Un argumento poco original que se desarrolla con el único fin de que la tercera clase, indignada y reprimida, se haga con el control y los privilegios de la primera.

Así mismo, la película nos ofrece una variedad de géneros a medida que se desarrolla. De este modo, de la mano de la ciencia ficción, vagón a vagón pasamos de drama a fantasía con toques de comedia, salpicados de mucha sangre, y todo, bajo el paraguas de la existencia humana y su ciclo vital como principio filosófico… Un vertiginoso viaje donde nosotros somos un pasajero más que descubre poco a poco los secretos de esos vagones precedentes, analogías perfectas del comportamiento humano más autodestructivo. A mi parecer, excesivos contrastes que no permiten el asentamiento de una idea más profunda en la mente del espectador.

Snowpiercer (Rompenieves) aterrizó con un estreno muy discreto en nuestro territorio pese a las posibilidades comerciales que planteaba el reparto. Una idea bastante acertada si es que quería evitar futuros remakes como pasaría con The Host. Éste lo encabeza un Chris Evans muy acostumbrado tanto a las frías temperaturas como a ser el héroe sin poderes, pues dentro del liderazgo que le otorga el papel, apenas nos deja ver más allá del propio diálogo. El resto del elenco se compone por personajes carismáticos de roles muy definidos que harán de Evans lo que a él por si solo le cuesta transmitir.

Sin lugar a dudas este es el intento menos arriesgado de un gran director alabado por la crítica. Una película que pese a que no deja de sorprenderte por su original puesta en escena y la agilidad de sus secuencias, cuenta, a mi parecer, con un trasfondo popular que la hace más previsible de lo que debiera.

 

Snowpiercer-Rompenieves

Chris Evans como Curtis Everett

primary_Snowpiercer-2013-1

Song Kang-ho como Namgoong Minsu

Snowpiercer-2013-3