Los siete enamoramientos

3075bd10266c6bcc7caf9423a87cb9b8

apaperaeroplane.tumblr.com

 

Todo parecía estar llegando al final anunciado. Los días grises, tratando de encajar en ese clima sensorial, hablaban de cierta desesperanza. Habían decidido verse en el parque que ella había propuesto. Ahí, en uno de tantos bancos, le esperaba.

  • Perdóname por haber estado dispersa…Quería darte tranquilamente una explicación ahora que soy capaz de deshacerla en palabras.

Ambos, se abandonaron durante un rato al silencio, relegaron las palabras a tímidas caricias. No parecía que hubiera ninguna prisa. Él la observaba en silencio. Cualquier cosa que dijera le alejaría de saber lo que ocurre y éste era su único cometido.

  • Verás, me he visto empujada a un sinfín de reflexiones que tenía pendientes, que supongo de algún modo me debía. Y en todo este tiempo no he hecho otra cosa que darle vueltas al tema, tratando de entender de donde venía tanta inquietud… Un estúpido periódico depositó sutilmente en mi cabeza una terrible idea… Y hoy es el resultado de una búsqueda entre recuerdos y mis pasos pasados. Un recorrido muy lento porque a tientas he ido. La historia en cuestión es un artículo en el que se confirmaba que el ser humano puede llegar a enamorarse hasta siete veces con la misma intensidad… Así, tan frío como te lo estoy diciendo, si tú eres el tercer hombre del que me he enamorado, quedan por ahí otros cuatro por descubrir.

Sintiendo la mirada de él sobre su perfil, se puso un poco nerviosa y decidió concentrarse en las gotitas de lluvia que repiqueteaban lentamente en el suelo.

  • Empezarías notando mi nuevo despertar, serio y decidido, lejos de nuestros interminables amaneceres. Pero la primera vez que yo dejé de creer en lo nuestro fue cuando el espejo a los pies de nuestra cama, me lo dijo. En él, me observé sin verme. Estaba ahí, contigo, sintiéndome arropada por unas sábanas que de cínicas ya no eran blancas. Y todo sin ninguna razón aparente…

Cómo si anhelase robarle al asfalto las caricias de la lluvia, empezaron a rodar por sus mejillas pequeñas lágrimas. Las justas para hacer de la escena algo tan natural que él apenas se dio cuenta.

  • Me agarré a tus pies fríos mientras dormías para volver a sentirte y desde ese día hasta hoy así han sido mis idas y venidas. Apenas podía verte, ni siquiera cuando me besabas. Un yo cálido que temía por nosotros y cuyo único propósito era dilatar nuestras sonrisas. Un yo frío que temía por nosotros, que no encontraba el sentido de esta relación, que al fin y al cabo pronto terminaría como tantas otras, tantos gastos, tantas pérdidas…

Con su voz dulce prosiguió sosteniéndole ya la mirada. Incluso sonriendo un poco. Como si lo que estuviera por venir trajera consigo cierto consuelo para ambos.

  • No podía seguir memorizándote. Tenía miedo de que te ahogaras en mis recuerdos junto con los otros rostros de mi pasado. Personas a las que también quise. Aunque sabía que no quería sentirme así, la duda me impedía decírtelo. No podía contártelo sin la certeza de que ésta no era otra de mis mil locuras. De este modo, decidí investigarme y viajé al pasado tratando de colocar cada fotografía en su respectivo marco y entender que aquellos días, en los que besé a otras personas, no fueron aleatorios en el encuentro. En esta escapada temporal tuve acceso a sentimientos muertos, que maté, matamos o murieron para hacer de mí lo que he resultado ser ahora contigo. Necesitaba ausentarme estos días para encontrarme en nuestro espejo, para sentir que no existe ningún otro donde pueda mirarme cada mañana. Cómo si mi propio cuerpo fuera una metáfora climática, extraje el carácter cíclico de todas mis historias de amor. Ellas, que a golpes de calor, lo secaron todo para morir como hoy podrían hacerlo de nuevo precipitando. Dónde aprendí que para recuperar esa agua, yo misma debía construir los canales que me la devolvieran. Canales, que fueron diques y fueron presas… Gracias a esa estúpida y falsa noticia, he comprendido que el aparente carácter cíclico del amor no lo forma un simple círculo porque yo nunca he vuelto al mismo punto, sino que como en una espiral he repetido las fases sí, pero han ido configurando un progreso…

Ella le miraba cómplice a la espera de un asentimiento  que salvase la retórica expuesta. Sin embargo, él se limitó a sonreír tímidamente. Era egoísta pero agradecía no haber sido él quién luchara en esta crisis personal. Habría caído en la primera batalla.

Un pájaro despistado por el Sol que se abría entre las nubes espesas se posó repentinamente en un charco, haciendo saltar todas las gotas de agua que allí estaban atrapadas. Un susto que les devolvió su propio reflejo.

Siguieron allí un largo rato en silencio, esperando que se disipara por completo la tormenta. Sin decir otra palabra comenzaron a pasear de la mano cuando el sol solo estaba tratando de encajar en ese clima que hablaba de cierta esperanza.