Improvisando el tiempo

Había llovido y sentía como si hubiese vuelto a amanecer en un mismo día. Las nubes tan oscuras y densas ocultaban el color de un cielo que a las ocho de la tarde en Septiembre, podría tener cualquier color dentro de la gama de azules.

Para variar, llegaba tarde. Lo suficiente para tener que pensar en algo que me excusara. Podría decir que hay personas con las que no me pasa esto, que me conocen y debido a esa confianza no me siento mal si me salgo de lo acordado. El hecho es que desde hace un tiempo esos límites flexibles ya no existen con nadie. No tengo relaciones maduras ni amigos históricos.

A unos veinte pasos observé a mi nuevo amigo esperándome, bastante tenso y serio. ¿Estaría preocupado por si decidía en el último momento no aparecer? “Los momentos me han atrapado en un bucle de constantes presentes. Todo se ha reducido a una cuestión improvisada de qué hago ahora mismo.” – había dicho la semana pasada antes de quedarme dormida. Aún no tengo muy claro por qué me da por hablar con tanta profundidad después de follar con alguien. Imagino que a veces es por compensar lo físico con algo de interés racional. Otras, será para dejarles claro que no solo tengo tetas. Sea por lo que fuere, es un tema que me preocupa realmente y veo por su impaciencia, que a él también.

Cuando quise darme cuenta estaba pidiendo un cortado en la terraza de un bar. Justo a esos veinte pasos. Llegaba muy tarde pero sentía la necesidad de observarlo en la distancia. Probablemente ese fuese el (no) encuentro más real que había tenido y no podía terminar con mi aparición… así que detuve el tiempo, un rato.

Me gustaba su gabardina, desabrochada, mojada todavía por los hombros y la espalda. También su perfil. Era muy curioso ver como se le relajaban las facciones cuando le parecía ver a alguien que podría ser. Y me entristecía también un poco cuando se daba cuenta que no era. No tenía miedo de que me viera aun sabiendo que no sabría que decirle…

Finalmente, dejando la propina me dispuse a acercarme a la puerta de los cines, a que su gabardina me quitase el último resquicio de frío que había dejado olvidado el café. Despacio me coloqué justo detrás de él, con la mirada fija en el suelo. Él había notado que estaba allí pero imagino que como a mí, le agradó esa sensación de cercanía y el momento se dilató… hasta que decidió darse la vuelta. Imagino que desde su altura en su retina se quedaron grabadas mi frente, mis párpados con sus pestañas, las pecas de la nariz y las mejillas. “¿Puedo ayudarte en algo?” me dijo lentamente. Creo que sonreí sin mirarle, al menos eso quería yo, y le contesté mientras me iba, «ya no».

 

Vía http://ggarsco.tumblr.com/

Foto: German Garsco. Vía http://ggarsco.tumblr.com/

Naturaleza Corpórea

Lo bueno dura poco y es que para poder disfrutar de las 30 instantáneas de Silvia Serena apenas tendrás que pensártelo.

Hasta el Domingo 7 de Septiembre la extensión Avam de Matadero recoge la colección de esta fotógrafa que te transportará en el momento a esos sitios escondidos en la mente de uno y que pocas personas pueden deshacerlos en palabras, mucho menos, decomponerlos en imágenes.

Silvia hace un recorrido naturalista aproximándose a nuestra realidad, la occidental del s.XXI. Urbanismo, relaciones, recuerdos, decisiones. Todo un espectáculo metafórico o como bien lo titula ella, «Naturaleza Corpórea».

Y desde aquí felicitarla por su trabajo. Tal vez pronto, fuente de inspiración.

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